La batalla entre la aristocracia del grafiti (Bansky vs Robbo) ha puesto sobre el tapete el final de una época y, paradógicamente, son ellos mismos los que entierran esa gloriosa etapa en la que los sprays creaban obras de arte que eran incluso vigilados y custodiados por la clase política. Sus obras eran incluso objeto de peregrinación por parte de jóvenes turistas amantes de este arte underground. Que Bansky dijera en una fiesta que desconocía a Robbo, lejos de ser una afrenta, fue el detonante de un conflicto que escondía la pretenciosidad de unos artistas que fueron anónimos en sus inicios y que finalmente crearon sus propias películas y libros para quedar para la posteridad. Sus acólitos o bandas les acompañaron en una batalla que culminó con Robbo en un hospital y una movida a nivel internacional para borrar del mapa las obras de Bansky. En fin, que ellos se lo guisaron y ellos se lo comieron.
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El fin del grafiti
La batalla entre la aristocracia del grafiti (Bansky vs Robbo) ha puesto sobre el tapete el final de una época y, paradógicamente, son ellos mismos los que entierran esa gloriosa etapa en la que los sprays creaban obras de arte que eran incluso vigilados y custodiados por la clase política. Sus obras eran incluso objeto de peregrinación por parte de jóvenes turistas amantes de este arte underground. Que Bansky dijera en una fiesta que desconocía a Robbo, lejos de ser una afrenta, fue el detonante de un conflicto que escondía la pretenciosidad de unos artistas que fueron anónimos en sus inicios y que finalmente crearon sus propias películas y libros para quedar para la posteridad. Sus acólitos o bandas les acompañaron en una batalla que culminó con Robbo en un hospital y una movida a nivel internacional para borrar del mapa las obras de Bansky. En fin, que ellos se lo guisaron y ellos se lo comieron.
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