Slinkachu es un maestro en arte callejero con sus diminutos personajes disemainados por el paisaje urbano, como por ejemplo un pequeñísimo skateboard sobre la piel de una mandarina. Este artista británico de 31 años no tiene la fama de Bansky, pero su nombre al menos es simpático y sus creaciones en las calles de Londres suponen un arte no solo efímero, sino casi invisible. Deja sus esculturas de plástico en la calle para que sean encontradas por los viandantes, o para que las destruyan. Vive de las fotografías que hace de sus miniesculturas.
En una villa llamada Belsay, en Northumberland, hay una maqueta en la que colocó un modelo a escala que realiza una pintada sobre la escuela. A día de hoy nadie se ha percatado de la broma.
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