El desastre nuclear en Fukushima demuestra la vulnerabilidad de la tecnología y el oportunismo del ecologismo radical, que está metiendo presión para acabar con la energía nuclear, mas si cabe tras la sorprendente reacción del gobierno germano, rendido a la presión ambientalista.
El accidente nuclear nipón que siguió al terremoto 8.9 Richter del viernes y al tsunami de olas de 10 metros ha llevado a preguntas en Europa acerca de la seguridad de sus propios reactores nucleares en una parte del globo donde jamás habrá terremotos ni maremotos de tal magnitud.
Además ha puesto a los gobiernos europeos bajo la intensa presión de repensar sus decisiones de cerrar plantas o bien de construir nuevas instalaciones o extender la duración de vida de éstas.
El accidente en una nación sumamente desarrollada como es Japón ha demostrado que la energía nuclear no es del todo segura, a pesar de que los mayores expertos aseguran que ni de lejos eso es Chernobil.
Hay incluso quien compara la situación a la que vivió el mundo con el 11 de septiembre, ayudados tales comentarios por las declaraciones del gobierno nipón comparando la situación al desastre de Hiroshima y Nagasaki, donde se lanzaron por vez primera y única en la historia bombas atómicas para destruir una población.
Al margen de todo ello hay algo que me preocupó a nivel doméstico y es ver los comentarios de calle de la gente en el sentido de "Has visto como se movían los edificios", o "que pasada, se llevaba los coches y las casas como si fueran de playmobil". Da la impresión que la gente hablacomo si se tratara de un videojuego cuando había personas allí abajo que murieron en trágica situación. Un informativo de televisión se fijó precisamente anoche en una de esas personas, sobre las que situó un círculo blanco para que el espectador se percatase por lo que había pasado esa persona corriendo sin éxito.
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