Mientras mis hijos juegan con la Play 3, yo prefiero mi viejo Atari 600XL con el primer Mario, aquel que un ingeniero japonés prefirió poner bigote y gorra para no tener que diseñar la sonrisa y el pelo, por entonces, en 1981, muy difícil de realizar. Aquel carpintero tenía que subir a rescatar a su damisela en manos de un gorila. El japonés que inventó aquel juego se basó en Popeye el Marino. Fue todo un éxito, pero yo no logro pasar de la segunda pantalla y mis hijos ni siquiera de la primera. No pueden con aquells Joystick primitivos, acostumbrados a matar con sus decenas de botones en mundos virtuales que los transportan tanto que cuando acaban el juego salen violentos y agresivos. Yo, en cambio, salgo como una lechuga con rocío, un poco cabreadillo por no poder subir la escalera cutre hacia mi querida amada con tacón de aguja. Por cierto, el video que incluyo es de uno de los discos mas raros de toda la historia. Dan 150 libras por él, pero dudo que lo encontréis ni pagando esa cantidad.
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