Tengo sentimientos encontrados con Ramoncín, porque confieso que me gusta su verborrea, su actitud hostil hacia el sistema y esa sana chulería que abofetea al apoderado de sucursal bancaria que viaja en BMW tras estafar a medio centenar de ancianos del barrio con las preferentes. Lo que no perdono de Ramoncín es que desde hace mas de una década no ha compuesto ni un solo tema, vive del cuento y de salir en la tele, pero el que se haya metido en el bolsillo un pastizal de la SGAE por trabajos no realizados es lo que hundirá al personaje al pozo más profundo del que no debió de salir desde que nació en aquel taxi por las frías calles del Madrid en blanco y negro que cantaba Burning, este sí, un buen grupo que tenía los huevos de cantar al machismo mas recalcitrante.
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