En un mercadillo de Viena me sorprendió ver cómo unos gitanos vendían fotografías antiguas sin saber de quien eran, pero lo que me llamó la atención era observar que había clientes para tales instantáneas desconocidas, y que las miraban con atención y detenimiento, releyendo los textos íntimos manuscritos en los que confesaban su amor por la mujer de su vida o que carecían de dinero para comer en la foto familiar que remitían a su marido en el Frente. Tras aquello decidí mirar con mayor atención las viejas fotografías familiares y me dí cuenta que mi propia familia contaba enternecedoras historias en esa parte de atrás de las fotos. Esa primera confesión de amor de mi madre a mi padre, o de mi abuelo a mi abuela mientras se encontraba en el Frente del Ebro. Momentos irremplazables que hoy en día han caído en desuso sustituidos por iPhones y chuminás digitales que lo único bueno que han traido es no malgastar papel, pero, a cambio, han destruido una parte de la historia particular de cada uno. Se vanaliza tanto que se multiplican instantáneas "inútiles" y se desprecia hasta cuando el hijo anda por vez primera, y ya los novios no se envían cartas con sus fotos, prefieren colgarlas en Facebook, hasta que esa empresa cierre por quiebra y desaparezca todo.
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Fotografías que hablan por sí solas si las ves con detenimiento
En un mercadillo de Viena me sorprendió ver cómo unos gitanos vendían fotografías antiguas sin saber de quien eran, pero lo que me llamó la atención era observar que había clientes para tales instantáneas desconocidas, y que las miraban con atención y detenimiento, releyendo los textos íntimos manuscritos en los que confesaban su amor por la mujer de su vida o que carecían de dinero para comer en la foto familiar que remitían a su marido en el Frente. Tras aquello decidí mirar con mayor atención las viejas fotografías familiares y me dí cuenta que mi propia familia contaba enternecedoras historias en esa parte de atrás de las fotos. Esa primera confesión de amor de mi madre a mi padre, o de mi abuelo a mi abuela mientras se encontraba en el Frente del Ebro. Momentos irremplazables que hoy en día han caído en desuso sustituidos por iPhones y chuminás digitales que lo único bueno que han traido es no malgastar papel, pero, a cambio, han destruido una parte de la historia particular de cada uno. Se vanaliza tanto que se multiplican instantáneas "inútiles" y se desprecia hasta cuando el hijo anda por vez primera, y ya los novios no se envían cartas con sus fotos, prefieren colgarlas en Facebook, hasta que esa empresa cierre por quiebra y desaparezca todo.
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