Una metáfora adecuada es la que he leído sobre Pink Floyd, el grupo mas Prog de todos. Decía que comenzaron como un happening, pero que terminaron como un gobierno o el MI6.
Es decir, no era un grupo al uso con un cantante que fabricaban canciones para que se vendieran. Al contrario, llegó un momento, con el disco "Meddle", en que no aparecían en portada y no podías ver si Pink Floyd era una corporación que solo unos pocos conocían lo que ocurría dentro. Esa semilla fue lo que ocasionó su ruptura posterior, cuando los delirios del bajista hicieron mella con su autobiografía "The Wall".
Cuando escucho el ruido de un sónar en "Meddle" me viene a la cabeza un mensaje de una estrella lejana que hace mucho tiempo desapareció, pero cuya luz todavía puede verse desde la Tierra. Es fantasmal, remoto y triste, como todo lo que rodea al rock progresivo. Cuando tocaban en directo y había algún fallo técnico el grupo se retrotraía a la época de Syd Barret porque sus pedales, sintetizadores y tecnologías, en las que gastaron 5 años de aprendizaje, hacían que su música fuera como la de Kraftwerk, que no era necesario que los músicos salieran al escenario, podrían hacerlo unos robots.
Verlos en el anfiteatro romano de Pompeya en 1971 fue una reacción en contra de Woodstock, otra metáfora del tipo de música que hacían, en algún momento relacionada con los adictos a las drogas o flipados. Hoy en día, en cambio, grupos como Radiohead, Museo o Ride se incluyen en este género musical escuchado por muchos jóvenes.
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