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George Harrison



 Estaba entre John y Paul mediando siempre, era educado, observador e introspectivo. A veces simpático, otras huraño. Un hindú le convenció que tenía que creerse solo lo que viera con sus ojos o lo que sintiera y Cristo le fue invisible, pero el mantra no logró alejarlo de Apple Records, el lujo y de los otros tres Beatles. Ringo llegó a ir a su casa para decirle que dejaba el grupo y que ellos tres estaban muy unidos y podían seguir sin él, a lo que George le contestó que eso exactamente pensaba él. Duraron un poco más y bluff, su carrera en solitario no tuvo gran éxito. Le flipaban las carreras de coches, la coca cola, la jardinería y la amistad, si bien su mejor amigo, Eric Clapton, le virló la esposa (Patty Boyd). Lejos quedaban los tiempos en los que sacó la guitarra en un autobús de dos pisos a altas horas de la noche para convencer a John y Paul de lo bien que tocaba la guitarra para unirse al grupo. John todavía tocaba con 4 cuerdas creyendo que ese era el número que de cuerdas que tenía una guitarra. Su virtuosismo nunca importó mucho, y como recuerda George Martin, lo único que le incomodó fue mi corbata, aunque luego era capaz de distorsiona una preciosa toma de saxofón bajo la mirada atónita de los técnicos de sonido. Sabía ver donde nadie miraba cosas que los mortales nunca verían ni con lupa.

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