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Controvertida farsa sobre islamistas en Sheffield que no quiso la BBC

El director Chris Morris pasó tres años hablando con expertos en terrorismo, policías, agentes del servicio secreto, imanes y musulmanes para hacer el guión. Moazzam Begg, detenido en Guantánamo, dijo tras verla que era divertida y nada ofensiva. Veremos lo que dicen sus colegas.
En una ciudad británica, cuatro hombres tienen un plan secreto. Omar (Riz Ahmed) está desilusionado con el trato que se da a los musulmanes en el mundo y está decidido a convertirse en soldado. Ésta es la idea más excitante que Waj (Kayvan Novak) había oído nunca. Mejor todavía, es una tontería porque Omar se guarda esa idea para él. Opuesto a Omar y a todo bicho viviente es el blanco occidental convertido al islam, Barry (Nigel Lindsay), que se habría dado cuenta de que se había unido a la célula para canalizar su nihilismo -si hubiera tenido la mitad de autoconocimiento de un pato-. Faisal (Adell Akhtar) es el hombre que está de más. Puede hacer una bomba, pero no puede volarse en ese momento porque su padre enfermo "ha empezado a comerse los periódicos". En cambio, se dedica a entrenar a cuervos para que introduzcan bombas por las ventanas. Esto es lo que Omar tiene que manejar. Tienen que dar un golpe decisivo en su propio jardín, pero ¿puede cualquiera de ellos encender una cerilla sin darse en la cara?

Esta película no es ni pro ni antirreligiosa. La comedia surge de los conflictos de los personajes, de sus excesos y errores.

Crepitando con ingenio y tensión, FOUR LIONS es la respuesta esencial a nuestro fracaso para interconectar con la realidad y una apuesta por la idea de que reír es mejor que matar.



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